Sabado 27 de abril 2024

El gobierno, en un laberinto de incertidumbre

Redacción 22/03/2024 - 00.20.hs

El sector financiero festeja sin tapujos mientras la llamada economía real se hunde en una profunda recesión con las consecuencias sociales previsibles. La incertidumbre domina el escenario.

 

Eduardo Lucita *

 

Al cumplirse los primeros 100 días de gestión el gobierno celebró que por segundo mes consecutivo logró superávit fiscal; que la inflación está a la baja; que el tipo de cambio sigue estable y que continúa acumulando reservas. También festejan los “mercados” (bonos y acciones en alza, baja del riesgo país). Según dicen, la preocupación es ahora la economía real.

 

Muchos analistas y parece también el gobierno han hecho suya esa vulgata analítica, impuesta por años de neoliberalismo, que separa la economía financiera de la productiva. Es una simple maniobra diversionista, la economía es una sola y la fuerte caída en la actividad económica no es independiente de la política de emisión monetaria cero y del ajuste en curso que, por la magnitud, velocidad e insensibilidad social, no tiene precedentes históricos.

 

Gastos e ingresos.

 

Toda la gestión del gobierno gira hasta ahora en torno a llevar a cero la emisión monetaria. Así el déficit fiscal es el centro de sus preocupaciones, el resto de las variables (tasa de interés, tipo de cambio y régimen cambiario) están en función de ese objetivo. Si se toma enero/24 sobre enero/23 se comprueba que el gasto social interanual cayó casi 30%, que la obra pública lo hizo un 80% y que las transferencias a las provincias se redujeron en un 83%. Adicionalmente hay vencimientos que no se han pagado y lo que aparece como un ahorro del gasto es en realidad posponer una deuda que en algún momento deberá saldarse.

 

Los ingresos de exportación se incrementaron en más del 120% por efecto de la devaluación, mientras que los derivados de la actividad económica cayeron más del 11%.

 

No hay datos desagregados de febrero aún pero sí conocemos que el superávit fiscal alcanzado en un 40% menos al de enero pasado. Es así porque el grueso del ajuste en enero es resultado del impacto de la inflación en las partidas del presupuesto 2023, que fue prorrogado sin actualización. No otra cosa que el efecto licuadora. Esto plantea si son sostenibles en el tiempo los superávit conseguidos. Más aún cuando el objetivo explicitado por el presidente Milei en los 10 puntos para el Pacto de Mayo es que el gasto público no debe superar el 25% del PBI.

 

¿Inflación, se desacelera?

 

Se festeja también un sendero descendente de la inflación. Conviene tener en cuenta que la macrodevaluación de diciembre provocó un fogonazo inflacionario del 25%. A partir de allí es que ha comenzado una desaceleración de los aumentos para llegar a febrero con un 13.2%, que es del orden del IPC de noviembre pasado (12.8). Hay un nuevo equilibrio de precios aún inconcluso. Faltan los aumentos de las tarifas de servicios públicos (energía y transporte) que impactarán en la llamada “inflación núcleo” y ponen en dudas el futuro índice de marzo y si se alcanzará el ansiado dígito en abril. El control de la inflación está anclado en el tipo de cambio, pero el alza de los precios puede presionar para una nueva devaluación que impulsaría nuevamente la inflación y… un nuevo ajuste. Inconsistencias del programa que le dicen.

 

La actividad económica.

 

Todos coinciden. La caída de la actividad es mayor a la que se estimaba al principio del gobierno. En solo tres meses los salarios cayeron un 20% -el promedio salarial de los trabajadores formales por primera vez perforó la línea de pobreza- y las jubilaciones un 30%, las ventas se desplomaron a niveles de pandemia, el crédito es casi inexistente. Se esperaba que marzo y abril fueran los meses más duros, esa premonición ahora se ha desplazado a mayo-junio y pone en dudas cuándo se podrán levantar las regulaciones (cepo), condición impuesta por el presidente para recuperar la actividad. También cuánto afectará a la recaudación que a su vez pondría en riesgo el déficit fiscal cero.

 

Si hasta hace poco se pensaba en una recuperación en forma de “V”, rápida caída y rápida recuperación, ahora se piensa en una “U”, con una panza prolongada. Todo indica que al contrario de lo asegurado por el presidente, la recuperación será lenta y muy heterogénea por sectores. Es que las exportaciones traccionan poco al resto de la economía y las inversiones, si es que vienen, no lo harán hasta tanto no esté garantizada la sustentabilidad de un programa de estabilización de la economía que por ahora no se ve. Solo queda el mercado interno que depende que se controle la inflación y se recuperen los salarios, las jubilaciones y los ingresos populares. Pero estos forman parte del ajuste… Mientras, el ministro Caputo mendiga al FMI un nuevo endeudamiento por 15.000 millones de dólares.

 

La paciencia social.

 

Mientras tanto, el hambre y el drama social se expanden como mancha de aceite, la movilización de esta semana de los movimientos sociales da cuenta de ello. Mientras, se preparan miles de despidos estatales y muchas Pymes están ya al límite. La conflictividad sindical aumentó un 40% en el último año y se prefiguran la condiciones para un paro general con fuerte contenido político. El gobierno acumula derrotas parlamentarias y disputas de poder con gobernadores y al interior de su propia fuerza política. Frente a un gobierno negacionista de la dictadura, que recrea aquel programa económico y que avanza hacia el autoritarismo, este 24 de marzo será el momento de mostrar las reservas democráticas que anidan en nuestra sociedad.

 

Según diversas encuestas, el 80% de los consultados opina que su situación económica es mala, al mismo tiempo un 50% mantiene expectativas de mejorar.

 

Todo podría resolverse en los próximos 100 días.

 

* Integrante del colectivo EDI (Economistas de Izquierda).

 

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