Jueves 18 de abril 2024

El paso de una Madre

Redacción 31/10/2011 - 04.15.hs

Con su aura de dignidad, dolor y esperanza pasó nuevamente por Santa Rosa Tati Almeida, de las Madres de Plaza de Mayo, Línea Fundadora. Acaso el ajetreo preelectoral y un horario no del todo adecuado, restaron público a sus charla, que fue presenciada por algo más de un centenar de personas, mayoritariamente jóvenes.
Por más que sea historia conocida escuchar a una de estas testigos de nuestro tiempo sigue siendo doloroso, impresionante, especialmente por la entereza con que se han levantado desde su propio sufrimiento y la claridad con que analizan lo ocurrido y, en cierto modo, lo porvenir. Tati no eludió nombres ni situaciones: habló de la Triple A, crecida bajo el amparo del gobierno de Isabel Perón; de la infamia de Alfredo Astiz (que para mayor símil bíblico con Judas señaló a sus víctimas en la iglesia de la Santa Cruz con un billete de dinero); de la cobardía de Albano Harguindeguy cuando lo entrevistó (Tati proviente de una familia de militares), quien no fue capaz de decirle la verdad sobre quienes desaparecían, culpando "a los políticos"; de la entereza inicial y el quiebre y debilidad posterior de Raúl Alfonsín; de su agradecimiento para con Néstor Kirchner, a quien calificó de hijo; de los otros responsables del infierno que vivió el país, porque no se debe olvidar que el golpe fue militar pero nutrido en buena parte por civiles.
Ante el atento auditorio, que abundó después en preguntas, la dirigente reiteró una lección de coraje cívico y reivindicó los ideales de lucha, tanto propias como de aquellos hijos que, en el decir plural de las Madres, fueron quienes los parieron a ellas.
Realista, reconoció que es muy posible que no vean castigados a todos los culpables, porque el tiempo pasa también para ellas, pero alentó la esperanza de que el sacrificio de toda una generación -política y poética, la calificó- sirva para edificar una Argentina mejor, más justa.

 

Humillación a indígenas

 

Las recientes elecciones trajeron noticias relativas al tema desde los cuatro rumbos del país; ninguna tan deprimente como la proveniente desde Ingeniero Juárez, provincia de Formosa. De allí se informa -y no ha sido desmentido- que fuerzas de choque del intendente de la ciudad, "arrearon" indígenas para encerrarlos hasta que finalizaron las elecciones. Les quitaron los DNI, y el voto, que estaba destinado a su repetida candidatura a jefe comunal. Unos pocos días antes había fallecido un anciano que constituía la autoridad wichí de la Comunidad Esperanza, Pablo Egues, tras sufrir presiones relacionadas con esta práctica y tratar de resistirlas. Al parecer hubo enfrentamientos de los paisanos con la gente del intendente por negarse pero finalmente se concreto el bárbaro procedimiento.
El procedimiento no es novedoso y, dentro de un triste folclore político, se conoce desde hace mucho, sin embargo duele y alarma que haya gente que, dentro de gobiernos democráticos, sea capaz de acciones tan inhumanas, aprovechándose de la inocencia e indefensión de esas comunidades, explotadas desde hace tanto tiempo.
En la noticia que difundió el atropello refiriéndose a quienes lo cometieron, se señala que "son ricos a costa de que a otros les falte, son poderosos a costa de expropiar hasta la humanidad de las personas que dicen representar, ganan a costa de que todos perdamos, compiten entre supuestos opositores por quien es más negociante y atroz, no tienen ética, son psicópatas, no tienen perdón, y se sienten impunes y justificados".
Para empeorar las cosas, debe decirse que ésta no sería la primera vez que la autoridad comunal de aquella localidad formoseña apela a estos abusos para su acción política.

 


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