Sabado 18 de mayo 2024

Ana, la científica de Villa del Busto

Redacción 13/03/2016 - 03.36.hs

Mario Vega - Ana Caumo, fue jefa del proyecto que construyó el Arsat 1, y la encargada de dar la orden de partida. El lanzamiento se realizó el 16 de octubre de 2.014 fue en la base Kourou, en la Guayana Francesa.
Había que estar en la piel de esos padres mientras una de sus hijas recibía aplausos y felicitaciones... Allí estaban, sonrientes, radiantes, recogiendo también ellos saludos y congratulaciones por doquier. Los miraba y pensaba que era una de las tantas familias de la querida Villa del Busto, estimados vecinos de otros tantos vecinos como ellos.
Alguna vez lo escribió Oscar García en su libro "La patria del corazón" -cuando hablaba del cuadrado mágico que se encerraba más allá de las vías-, describiendo lo que no es otra cosa que esa populosa barriada que alberga nada menos que al queridísimo Club Sarmiento; y se complementa "atrás de las vías" con la vecina Villa Tomás Mason que tiene, a su vez, su Club Argentino.
Decía Oscar que allí habitaban duendes misteriosos que daban a la ciudad cantores y guitarreros -los mejores-, y poetas... pero también deportistas -sin igual-, y ahora se confirmaría que el misterio continúa.
Una científica -de las más reconocidas de nuestra provincia- vivió hasta que se fue a estudiar a La Plata en Joaquín Ferro 674... Sí, en Villa del Busto.

 

La familia Caumo.
Y me recordaba Fernando Tourn (redactor de LA ARENA y conductor de El Faro por Radio Noticias) el caso de Graciela Roston, doctorada en Física, quien también es de por allí...
Fernando, siempre interesado por el tema, pretende que mencione a otros pampeanos del campo de la ciencia y aporta que debiera nombrarse a "ese grupo que trabajó en el desarrollo de la oveja Pampinta, la formación de investigadores que llegó de la mano de Augusto Pablo Calmels, los estudios del clima de Ernesto "Tucho" Viglizzo, el desenterrar del registro fósil de Claudia Montalvo, las investigaciones de las aguas subterráneas de Giai, Malán, Tullio y Schulz, y el insoslayable aporte al conocimiento del territorio de dos grandes que ya no están: Guillermo Covas y Julio Colombato". Tiene razón, y entre ellos Ana Caumo.. ¿Está bien así?
Ella es hija de Rinaldo (conocido contador público y dueño de un céntrico comercio de ropa), y de la docente jubilada Dina Rodríguez. Tiene dos hermanos, Ignacio ("Nacho") que está al frente del comercio familiar, y Julieta, profesora especial.
Ana, simplemente Ana, como le gusta que le digan, está casada con Agustín Coleff, un científico que trabaja en la Comisión de Energía Atómica, en Bariloche, ambos tienen a Ema (9)
A Rinaldo lo conozco hace muchos años porque, además de su actividad pública posterior, en sus años juveniles supo jugar fútbol con la casaca de Sarmiento. Años después tuve la misma suerte y puedo decir que los que alguna vez pasamos por ese club tenemos una cierta afinidad entre nosotros.

 

Dos emociones distintas.
La semana que pasó Ana fue homenajeada en la Legislatura provincial, ante un auditorio atento y respetuoso. Había familiares y amigos de Ana y del matrimonio Caumo. "Me emocioné mucho...", reconoció la mamá: "Fueron situaciones distintas, porque cuando Ana apretó el botón para lanzar el Arsat fue único... pero ese acto me dejó... Mirábamos y estaban nuestros amigos, los chicos de las escuelas... fue muy emocionante", completó.
Resultó extraño que los chicos -siempre tan bulliciosos- siguieron absortos y en silencio las palabras de la científica pampeana.
Hacía bastante que traté de contactar a Ana para una nota -a través de su papá-, pero la negativa amable y firme ponía coto a mis intenciones. No quería aparecer como "la importante" de un proyecto que, lo reafirma cada vez que puede, se había concretado en equipo.

 

La chica del barrio.
Yo quería mostrar a una joven nacida en un barrio de la ciudad que, estudiando, apoyada de gran manera por su familia, había concretado algo que no todos pueden, y pasó a ser en pocos días la científica más reconocida de la provincia. Sin proponérselo... desde su Villa del Busto a la Guayana Francesa para concretar un sueño argentino: poner en el espacio, por primera vez, un satélite argentino.
Y ahora, por iniciativa de la Cámara de Diputados, en el Día Internacional de la Mujer, la tenía a mi alcance. En realidad la nota no era sólo ella, sino su entorno, el que la rodeó en los primeros años y el que la frecuenta ahora, cuando es "la científica de Villa del Busto".
"Vivimos en esta casa desde que nos casamos en el 70", cuentan los Caumo. "Ana fue siempre calladita, buena alumna Y un dato: fue abanderada y rechazó la bandera. No nos había dicho nada y,cuando nos enteramos, dijo que nadie tenía por qué saber... y además que no se iba a levantar a las 8 de la mañana cada vez que hubiera un acto", relata la mamá.

 

Los estudios.
Y contó Ana: "Me acuerdo clarito la Escuela 6, y a la maestra de primer grado que se llamaba Cristina (¡qué orgullo debe sentir esa docente hoy!). Hice la primaria; después fui al Normal y cuando iba a tercer año el colegio decidió que sería formador de futuros docentes y entonces con varios compañeros pasamos al Nacional. Cuando terminé me fui a La Plata... me gustaba la Matemática, porque mi vocación no siempre fue la ingeniería; después encontré la Física y la mezcla de las dos está en la Ingeniería. Y decidí que sería ingeniera electrónica", puntualizó con sencillez.
Bastante tiempo, 14 años, hizo danzas con Noemí Chejolán primero y con Ana Mazzone después. La música es -aparte de la ciencia- una de sus pasiones; y es otra de las cosas en las que es compatible con Agustín, su esposo, al que le gusta tocar varios instrumentos. ¿Se imaginan un científico tocando la batería?, ¿o haciendo alguna sonata con Juani de Pián? Sí, porque el conocido músico también estuvo en el recinto: está casado con Julieta y es, claro, cuñada de Ana y de Agustín. Un combo interesante... ¿o no?.
Rinaldo explica que son 13 en la familia "y podemos decir que sería el número de la suerte", completa Dina. Son ellos dos, sus tres hijos, sus parejas y los nietos: Agustín (13), Manuel (10), Ema (9), Pedro (8) y Felipe (4). "Tenemos un lindo lugar en el quincho y hacemos hermosas reuniones familiares... lo disfrutamos mucho", agrega Dina, muchos años docente de la Escuela 95.

 

La vida en Santa Rosa, los estudios.
El martes último Ana entró casi tímidamente al recinto legislativo, miró hacia arriba y su rostro apenas dibujó una sonrisa. Antes se había mostrado nerviosa, pero después de presentada pidió bajar del estrado para ponerse a la altura del piso. Enseguida se me ocurrió que no era más que un gesto, uno más, de su humildad. "Cuando a uno lo reconocen siempre es bienvenido, pero que lo hagan los propios siempre es especial...", fue lo primero que dijo.
Habló de su vida en Santa Rosa, los estudios, su convicción de que era el camino, y también se refirió, tangencialmente, al lugar que ocupa la mujer: "La conciencia que existe un mundo para hombres yo nunca la tuve. Me anoté en Ingeniería y hay algunas anécdotas: por ejemplo no había baño de mujeres, y tenía que cruzar la calle al centro de estudiantes. Pero tampoco eso fue impedimento para cursar, y tampoco pedí nunca baño de mujeres, hasta que se hizo", dijo sencillamente.
En la facultad conocería a Agustín, que "con Ema son los amores de mi vida. Él se fue a vivir a Bariloche y llevó mi currículum a la empresa Invap y ahí entré a trabajar", siguió relatando.

 

Trabajar en equipo.
Aún cuando para nuestro país fue todo un acontecimiento, Ana no es grandilocuente para referirse al tema: "Nos hicimos muy famosos con el satélite que se llama Arsat 1 porque el cliente que lo solicitó a Invap se llama así. Yo trabajo en la fabricación del satélite en Invap, en Río Negro. Son dos cosas diferentes: Arsat es una empresa nacional, e Invap es rionegrina".
Les cuenta a todos el valor de trabajar en equipo. "Por más que alguien sea brillante, si lo dejan solo no consigue nada... en nuestro caso tenemos que estar las 600 personas que, en el caso del Arsat 1, acompañamos durante siete años en el diseño, fabricación y puesta en orbita del satélite".

 

"No pierdan ir a la universidad"
En el final dejó una hermosa reflexión: "A los chicos que van al secundario les digo que la ingeniería no fue mi decisión. Cuando era chica la idea era ir a la universidad; pero considero que un terciario o la tecnicatura siempre es ganancia. Tal vez la carrera que quiero no está en mi ciudad: tal vez no me puedo ir, pero si en la esquina hay una tecnicatura, terciario o facultad hay que ir. Además de un título abre los ojos a entender que tal vez hay otros procesos para alcanzar lo que uno quiere, que tenemos derecho a un montón de herramientas que si me quedo en mi casa no sé que existen. No se pierdan la oportunidad de ir a la universidad", aconsejó.
Estuvo apenas unas horas en la ciudad... después, junto a su familia, padres, hermanos, hijos y cuñados, almorzó en un céntrico patio de comidas y -en auto-, regresó con los suyos a Bariloche. A integrarse a ese trabajo tan especial que la llevó a protagonizar uno de los hechos científicos más importantes en nuestro país... Seguro en el viaje habrá pensado en esas gradas colmadas por su gente, sus amigos, sus vecinos de la ciudad...
"Esto es demasiado para nosotros", apenas susurra la mamá, que todavía no termina de caer, y a la que, junto a su esposo. el orgullo no le cabe en el pecho. "Debe ser como dice Oscar García... sí, Ana es de este cuadrado mágico", aceptó Dina.

 

Arsat: los padres no sabían nada.
El primer satélite geoestacionario argentino Arsat-1 es el inicio de un camino que se completa con el Arsat-2 para abarcar un extenso territorio desde Estados Unidos hasta Malvinas, con servicios de televisión directa al hogar y acceso a Internet.
El día del lanzamiento, el 16 de octubre de 2014, Ana Caumo escuchó: "Todo está bien", y apretó el botón. Tres horas antes sus padres no sabían que era jefa del proyecto e iba a lanzar el Arsat; y lo negaban a los periodistas. Así de humilde es Ana...
"Ese día fue el único de los 60 que estuvimos que amaneció nublado, nos dijeron que no habría lanzamiento a menos que se corriera una nube que estaba encima, porque si no hay una ventana óptima no se realiza", explicó la científica.
En tanto mamá Dina estaba inquieta: "Me acordaba del Challenger y me preguntaba ¿y si revienta?".
Después vio que Ana tenía su mano izquierda con tres dedos juntitos (pulgar, mayor y anular)... "Siempre les digo que cuando tengan temores eso les dará fuerzas". Increíblemente Ana, en el momento más trascendente de su vida profesional se aferraba a una suerte de cábala de su mamá.
Cuando apretó el botón y el satélite partió, giró, levantó un pulgar y miró a cámara. "Parecía que nos miraba a nosotros". Estaban todos en casa de Julieta, como cuando se juntan para los mundiales, los chicos con las camisetas argentinas y la emoción a flor de piel. Todos lloraban... no podían evitarlo.
Lo demás es conocido, la repentina notoriedad, los amigos que llamaban, los medios que querían hablar con Ana. Todo muy loco para una familia "normal" de Villa del Busto.

 

'
'

¿Querés recibir notificaciones de alertas?